Por Alicia Alvado
El libro «La Berkins. Combatiente de Frontera» (Sudamericana, 2020), permite un

acercamiento distinto al pensamiento, vida y obra de esta histórica referente de la comunidad travesti trans de cuya prematura muerte se cumple este 5 de febrero cinco años.
Inicialmente pensado como una autobiografía que su amiga antropóloga le ayudaría a hilvanar, el texto terminó siendo un ensayo biográfico absolutamente intimista, en el que Josefina Fernández recrea cada uno de aquellas largas charlas en que Lohana Berkins (1965-2016) la invitaba, grabador en mano, a “biografar”; lo que equivalía a dejar registrada la evocación de algún episodio de su vida sobre el que le provocaba hablar ese día, en presencia de su otra gran amiga Marlene Wayar.
Por eso, la obra no sigue necesariamente un orden cronológico, pero recrea con gran acierto el clima de aquellas conversaciones apasionantes, mitad relato biográfico, mitad debate filosófico/feminista a la que el lector asiste con la sensación de incurrir en cierta intromisión no autorizada
En este libro que Fernández terminó publicando sola cuatro años después de la muerte de la “traviarca”, están muy presentes su exquisito sentido del humor, su picardía, su creatividad, su carisma y su ternura sin límites; pero también su gran inteligencia, claridad de pensamiento y capacidad de aglutinar voluntades; herramientas todas de las que supo sacar buen provecho tanto para sobrevivir en el cotidiano como en su desarrollo como activista de la diversidad sexual.
En su prólogo, la periodista y escritora María Moreno destaca justamente “la intimidad que

destila el libro”, como la “verdadera subversión” de esta obra que “busca instalarse en un espacio común para saberes académicos y no académicos (…) dejando que las voces trans se hicieran oír más allá del registro testimonial con que se las suele convocar en las investigaciones convencionales” para funcionar como “una fuerza corrosiva para hacer del conocimiento una interpelación al Estado y una herramienta que nadie puede incautar”.
A lo largo de sus 250 páginas repartidas en 13 capítulos, el libro recupera notas biográficas que suelen ser comunes a todas las chicas travestis trans que migran casi niñas a la ciudad de Buenos Aires: la expulsión familiar, la prostitución como decantación, el pasaje obligado por las riesgosas siliconas, las “madres travas”, los garrones, el amor esquivo, la violencia policial, la muerte temprana, la fantasía como vía de escape de una realidad demasiado dolorosa…
Pero el libro también repasa el recorrido de Lohana activista, la que se abrió paso en espacios nunca ocupados por otra persona trans –como el empleo público o una candidatura a diputada-, pero también la que forzó tanto los límites del movimiento feminista como del gay-lésbico que inicialmente no incluían a las personas trans.
De allí el nombre del libro –“Una combatiente de frontera”- que también alude a la “condición de doble extranjería” que le atribuye Fernández porque “se prohibió pertenecer a un solo territorio y no pudo sentirse definitivamente cómodo en ninguno”, lo que le permitió tener “esa sagacidad de análisis de la realidad que solía dejarnos perplejas a las que compartíamos con ella la vida de este lado de la medianera” y que ejercitaba en la búsqueda por “forzar, a ‘cara y cuerpo’, la construcción de un mundo sin forasteros”.
“Mi negocio más difícil, Jose, ha sido articular mis dos mundos. Nunca quise quedarme en una sola ribera. A un lado, este mundo no travesti, al que yo tuve acceso y que quiero para todas y, al otro, el mundo de ellas, que no quiero traicionar”, dice Lohana en el capítulo final del libro.
