Primero de Mayo
Trabajadores e investigadores sociales hablan sobre la situación del movimiento obrero hoy a partir de distintas experiencias y cómo se sitúan frente a las condiciones de precarización laboral y los embates de la pandemia, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de los trabajadores y las trabajadoras.
por Marta Gordillo

Quizá la clase obrera argentina nunca atravesó una situación como la actual, donde la precarización de las condiciones de trabajo alcanzan una dimensión que pone en cuestión hasta la propia vida, y donde la pandemia evidencia las tendencias del capitalismo de profundización de las desigualdades y de concentración del capital mientras acrecienta la ofensiva contra las conquistas laborales.
Este primero de mayo encuentra a los trabajadores argentinos en un momento “muy difícil y complejo, extremadamente potenciado con la pandemia, aunque ya la situación se presentaba complicada desde antes”, aseguró a Vertientes del Sur, el historiador, investigador del Conicet y docente de la UBA especializado en historia del movimiento obrero, Hernán Camarero.
La misma situación se da en el movimiento obrero de los países de América Latina y el mundo debido a que “las tendencias del capitalismo global son cada vez más regresivas”, añadió .
Despidos de trabajadores formales y ‘en negro’ en medio de la pandemia, aumento de la jornada laboral, salarios estancados, falta de protección y seguridad sanitaria, son algunas de las demandas más sentidas que llevan en estas circunstancias de restricción del encuentro social, a la búsqueda de canales de organización, resistencia y movilización de los trabajadores.
“Estamos viendo en las últimas décadas que la tendencia es a una mayor concentración de capital y a desarticular ciertas concesiones que el capital había dado al mundo del trabajo, por eso la tendencia es a más medidas ofensivas contra los trabajadores”, dijo Camarero tras añadir que “la perspectiva es a la inestabilidad social”.
Por otro lado “está la potencialidad de los explotados para aprovechar las circunstancias tan palmariamente expuestas para decir esto no va más, si no nos fortalecemos, si no nos organizamos, si no nos agrupamos, si no reaccionamos, si no respondemos, nos van a llevar puestos”.
Recordó las luchas de períodos anteriores, de gobiernos autoritarios o de la época del macrismo, para destacar la incidencia que tuvo el movimiento obrero en esos tiempos oscuros, “esa es un poco la enseñanza que vemos los historiadores del movimiento obrero, que nunca dejan de existir fenómenos de resistencia de los trabajadores”.

En este sentido, y a propósito de la conmemoración del primero de mayo expresó que “el movimiento obrero surgió bajo las banderas de la solidaridad y la fraternidad, y ahora diríamos, de la sororidad, que es lo que lo estructura, la solidaridad con el compañero de clase, en cambio el corporativismo, el retroceso a una cosa defensiva y por sector, donde ‘me salvo yo y del resto me olvido’, debilita y liquida al movimiento obrero como sujeto social”.
“Ahí tendríamos otra enseñanza de la historia, cada vez que los trabajadores desplegaron movimientos de solidaridad y tejieron redes de articulación, se hicieron más fuertes”, enfatizó.
Asimismo planteó que el movimiento obrero: “hoy no puede interactuar con el mundo de los explotados sin tener una definición antipatriarcal que condene al machismo, donde las compañeras tengan lugar fundamental en el proceso de lucha. Este es un aspecto fundamental”.
“La clase trabajadora argentina -continuó- no es mayoritariamente masculina, está repartida porque el proceso de feminización de la fuerza de trabajo fue enorme, sin embargo en la forma de representación y dirección del movimiento obrero no hay paridad”.
¿Cómo incorporamos la dimensión de género, cómo incorporamos el lugar de la mujer? “Hay cuestiones que deben cambiar, no pueden aparecer los ‘machos gordos ‘convocando a una nueva generación de trabajadoras que han quedado enormemente sensibilizados con luchas como la del aborto”, precisó el investigador.

A la vez señaló otros aspectos referidos a la estructuración del movimiento obrero y señaló la necesidad de “interactuar con quienes están fuera del mundo del trabajo formal. La dirección de la CGT tendría que ponerse a la cabeza de las movilizaciones de los desocupados y decir ‘ustedes son nuestros hermanos’, y luchar codo a codo con los que tienen y no tienen trabajo”.
Marcó un abismo entre los intereses del conjunto de los trabajadores y los de la burocracia sindical a la que caracterizó como “una casta social que vive para su propia perpetuación, para la defensa de sus intereses materiales, y simbólicos mientras le da la espalda a los trabajadores”.
¿Cómo situarse ante la situación actual? “No hay recetas, las puntas que yo veo es que el movimiento obrero tiene que preservarse como movimiento obrero , porque es un eje estructurante, no todas las luchas tienen la misma posibilidad de encontrar un punto de gravedad; tiene que haber una articulación de las luchas de los trabajadores formales ocupados con los trabajadores en negro, tercerizados, desocupados y también con las organizaciones territoriales”, dijo.
En este sentido, destacó que “otro elemento importante es evitar los procesos de cooptación desde el Estado, todo el tiempo el movimiento obrero desde que surgió tuvo la amenaza de la cooptación por parte del capital y del Estado; el movimiento obrero tiene que preservar su autonomía y su independencia, sino está liquidado”.

Experiencias de trabajadores
“La pandemia nos encerró y permitió el avance de las patronales”
Esteban Giachero (delegado de Télam -Sipreba)
La lucha de Télam fue importante porque logró articular a distintos sectores del movimiento obrero y en lucha, en función de un objetivo central, colectivo, que era frenar la sangría de despidos -más allá de los 365 de Télam- que se venían dando en el país, a nivel privado y estatal. Ese objetivo se cumplió.
Fue una lucha consecuente que, utilizando métodos tradicionales del movimiento obrero como el paro y la ocupación, combinados con las herramientas de trabajo que a diario manejamos lxs trabajadorxs de prensa, logró unificar a la oposición política de ese momento, y tener el apoyo de todxs lxs trabajadorxs organizados, independientemente de su pertenencia política.
Duró mucho más que los 119 días de paro y ocupación de los edificios y se extendió al plano judicial durante casi un año más. Pero los fallos que nos beneficiaron, dictando buena parte de las reincorporaciones, no fueron por obra y gracia de la Justicia laboral, sino por haber sostenido desde las bases, y con una representación gremial legítima, los niveles de organización y movilización desarrollados durante la parte más dura del conflicto.
Un acampe que se extendió también casi cuatro meses más y decenas de movilizaciones y nuevos paros, lograron confirmar en el fuero laboral todas las reincorporaciones que habíamos logrado en 2018.
Pero la pandemia también nos afectó. Fuertemente. El teletrabajo vino a fragmentar lo colectivo. Claro que no todo depende de la pandemia. La tensión política que trae aparejada un conflicto de dimensiones como el que vivimos, tiende a relajarse una vez que ese objetivo se cumple y la falta de balances políticos por parte de la conducción gremial de aquello que se hizo, conspira contra la organización y, más aún, contra la unidad.
No haber podido salir a la calle durante buen tiempo, objetivamente debilitó al movimiento obrero. Es en la calle donde se define en buena medida la suerte de lxs trabajadorxs. Es en esa disputa -y dentro de los lugares de trabajo, claro- donde en última instancia se dirimen fuerzas y se logran las conquistas y/o reclamos. La pandemia nos encerró y permitió el avance de las patronales sobre nuestras condiciones de trabajo.

“La dureza de la situación nos unió a todos los trabajadores”
Miguel Dieguez (delegado de Neumáticos de Avanzada IBF -Sutna -Córdoba)
La última pelea grande fue cuando la pandemia empezó a pegar en la Argentina, y comenzaban las restricciones. Desde el primer día de la cuarentena, la patronal empezó a cuestionar el salario, sus intenciones eran suspendernos con el 65% del sueldo. La patronal basaba sus argumentos alrededor de que todas las fábricas estaban suspendiendo de forma similar, y que además no iban a tener demanda de cubiertas por un tiempo prolongado.
La dureza de la situación nos unió a todos los trabajadores, puso blanco sobre negro las cosas, los que tenían simpatía con la patronal les termino de caer la ficha.
El Sutna, dirigido por la lista negra, es un sindicato recuperado, pese a todas las diferencias que tenemos, es una dirección que no se vendió a la patronal, así que la presión de los trabajadores al sindicato hizo que se pueda salir con fuerza, cortamos la ruta 9, nos movilizamos a los ministerios, hicimos reuniones virtuales de forma permanente y asambleas todas las semanas.
Salir a la calle en medio de la cuarentena hizo que nos dieran bola los medios provinciales, así que también se pudo visibilizar. Con todo esto logramos que no se nos descuente ni un peso del salario y no hubo ningún despido.
El hecho de haber sorteado muy bien todo ese periodo, torciéndole el brazo a la empresa, nos fortaleció mucho, y cambiaron las relaciones de fuerza en la fábrica.
En general los trabajadores no estamos en un momento favorable. Las luchas que hay son por la defensa de los salarios, las condiciones, los puestos de trabajo.
No obstante, lo nuevo es que después de un año de pandemia hay como una nueva coyuntura y hay reclamos en distintos sectores.

Esto tiene que ver con que en la Argentina no se pudieron torcer las relaciones de fuerzas producto de las luchas del 2001, todavía ante cada ataque de la patronal y los gobiernos, el movimiento obrero se defiende.
“Por la precarización en la pandemia surgió la idea de formar un sindicato”
Nicolás (trabajador de reparto - Jóvenes Trabajadores Precarizados- JTP)
La idea de formar un sindicato surge, para nosotros, de la experiencia de la precarización en pandemia. Fue tal el impacto de ser esenciales y precarizados que muchos empezamos a ver que hacía falta organizarse para obtener mejoras.
Fuimos al Ministerio de Trabajo dónde después de muchas vueltas nos notificaron que no podían mediar en nuestro reclamo porque no éramos trabajadores. Así, la necesidad de un sindicato se volvió evidente. Desde JTP venimos juntando firmas para poder conformar ese sindicato.
Nuestras condiciones de trabajo son súper precarias: del repartidor depende todo el equipamiento. La bici/moto, celular, incluso las mochilas y ropa con logo de la empresa se pagan. No se reconoce la relación laboral, así q no hay ART si hay accidentes, no hay vacaciones. Y la empresa además impone sistemas de ranking que implican que por la misma tarea algunos ganen más y otros menos. Y siempre te meten alguna excusa para bajarte de categoría y pagarte menos. Incluso te descuentan parte de las propinas que se te dan vía app.
La demanda central es el reconocimiento de la relación laboral, eso es algo que nos identifica como JTP. Lo más inmediato es el incremento de las tarifas, que no se actualizan hace más de dos años. No tenemos paritaria ni ningún tipo de ajuste por inflación ni nada. Literal dos años laburando por exactamente la misma tarifa.
Somos solidarios con otras luchas y acompañamos siempre que podemos los reclamos de otros sectores. Nos nutrimos también de experiencias internacionales, dónde se establece un ida y vuelta con organizaciones de otros países con los que coordinamos acciones simultáneas.

Recientemente se organizó una jornada de movilización a las sedes de embajadas de china en distintos países exigiendo la libertad de Mengzhu, un repartidor chino encarcelado por pedir mejores condiciones y organizar a sus compañeros.
“La salida es la coordinación para modificar la situación que vivimos”
Santiago Marconi (técnico y delegado de la Línea 60 de Colectivos)
La situación es un desastre, estamos con emergencia sanitaria e intentando que se restablezcan los protocolos estrictos en la línea 60. Tenemos tres compañeros que murieron por el covid. Estamos dando la pelea por todo lo que es salud y seguridad.
Seguimos trabajando con protocolos que entendemos son insuficientes. Por otro lado y en la misma línea estamos solicitando que se nos incluya dentro de un plan de vacunación ya que fuimos declarados esenciales desde un primer momento y nunca dejamos de trabajar.
Queremos ir a paritarias, estamos pidiendo un incremento salarial, estamos con medidas de fuerza con trabajadores de otras líneas para que escuchen nuestros reclamos.
Para nosotros todo lo que es salud y seguridad está muy presente desde que murió David Ramallo en 2016 al ser aplastado por un colectivo cuando intentaba repararlo. El año pasado cuando comenzó la cuarentena antes de que haya protocolos, hicimos asambleas al aire libre con distanciamiento social y votamos protocolos propios que después fueron tomados por las ART.
Hay una réplica en distintos lugares de trabajo de lo que nos pasa a nosotros, y es que estamos día a día consumidos por el tema de los protocolos y además reclamamos un aumento salarial porque estamos muy retrasados. Pero, a diferencia de otros años, hay una incapacidad para coordinar los reclamos y dar una pelea de conjunto.
En 2017 las bases desbordaron a la burocracia de la CGT reclamando huelga general, hubo una fuerte presión frente a las direcciones que estaban quietas. Ahora están borradas y no hay una respuesta por abajo ni frente a la traición de esas direcciones ni para poder resolver distintos conflictos.
¿Hacia donde vamos? la salida es la coordinación, la única forma de que podamos despertar y modificar un poco la situación que estamos viviendo.

“Nos seguimos organizando y luchando en medio de la pandemia”
Silvina Cuello (docente integrante de la lista de maestres y profesores de Ademys)
La situación es muy preocupante en el gremio docente, somos mayoritariamente mujeres pero además jefas de hogar en un porcentaje muy alto, entre el 50 y 60 por ciento y estamos con el teletrabajo, y con estas versiones mixtas de presencialidad y virtualidad, o las burbujas que no son burbujas.
Es preocupante porque lo sufrimos como trabajadoras de la educación y como madres, educando a estudiantes y acompañando a les hijes y además con los temores de contagio, del peligro de estar llevando y trayendo el virus, a nuestras madres, padres, abueles, hijes o nietes.
Además está el tema de que nuestros salarios cayeron entre un 30 y 40 por ciento entre el año pasado y éste. Esta situación y las condiciones de trabajo y sanitarias, con un protocolo que es inviable, nos colocaron en una lucha histórica que estamos llevando adelante los docentes de la ciudad de Buenos Aires en estos momentos.
Somos varios gremios en una lucha muy grande con sindicatos que no se plegaban nunca, que tuvieron que responder a las bases. El tema es recuperar conquistas perdidas en el marco del avance del capitalismo con el neoliberalismo.
Y esta situación evidenció que nos seguimos organizando y luchando a en medio de la pandemia y de las condiciones de virtualidad.

“Somos trabajadores de la salud y queremos cambiar las cabezas del sindicato”
Héctor Ortiz (enfermero del Hospital Durand -coordinador de la Agrupación Hospitales de la Ciudad- ATE)
La situación que estamos atravesando nunca la vivimos, empezó en Semana Santa donde el aluvión de consultas y enfermos en los hospitales fue impresionante, a tal punto que se tuvo que reacondicionar el hospital para poder recibir pacientes en estado crítico y general.
Está desbordado el plantel de enfermeros, médicos, camilleros, técnicos, todo este engranaje complejo que se llama salud que esta compuesto desde el que limpia hasta el que opera. Por eso estamos reclamando mejores condiciones de trabajo y más personal al Gobierno de la Ciudad.
Somos trabajadores de la salud y queremos cambiar las cabezas del sindicato Sutecba que es amigo de todos los gobiernos y no tiene un enfermero o un profesional de la salud para poder reorganizarnos, porque en los hospitales la mitad del personal son enfermeros y son la columna vertebral de cualquier hospital.

Sutecba entregó conquistas importantes, hoy hay sueldos por debajo de la línea de pobreza, y no veo que salgan a plantear algo, fue una entrega permanente de esas organizaciones gremiales que son los que pactan nuestras paritarias con los gobiernos, con dirigentes que hace 50 años que están en el mismo lugar y se van cuando se mueren, es una vergüenza que sigamos sosteniendo eso.
“Esto no va más”
Giselle Santana (Instituto Nacional de Tecnología Industrial INTI- Secretaria General de la regional norte de la CTA Capital).
En enero de 2018 tuvimos 265 despidos, respondimos con una toma; primero logramos algunas reincorporaciones por parte de la justicia porque habían despedido a delegados, pero recién logramos la reincorporación del conjunto en 2020 con el cambio de gobierno. Reincorporaron a todos los que quisieron volver respetándoles sus puestos y la antigüedad. Habíamos mantenido medidas de fuerza durante 2018 y 2019.
Creo que el factor más importante lo tienen a su favor las patronales. El aislamiento fragmenta y dificulta la organización, la movilización, que son las herramientas históricas que tenemos los trabajadores y trabajadoras. Además está la sensación de miedo generalizado, que es aprovechado por las patronales para avanzar con la cuestión salarial, con los despidos.
De repente tenemos encima una crisis sanitaria, crisis política, crisis social, crisis económica, todo es una debacle.
Hay un silencio de las centrales sindicales que no se puede creer y no sólo en la cuestión salarial o de los despidos, sino también en la cuestión de los contagios.
¿En qué situación estamos? En aras de las mismas ganancias que defendieron los capitalistas ese primero de mayo cuando se asesinó a los mártires de Chicago en 1886, estamos siendo sacrificados las trabajadoras y trabajadores en el siglo XXI. Cambiaron los métodos, que ahora son más sutiles porque no nos mandan a la horca pero nos están mandando al matadero en aras de los mismos intereses.
Ahí está la clave, en poder sacar esas conclusiones y poder recuperar, con todas las dificultades que significa una pandemia, los mecanismos de organización y movilización para dar vuelta las cosas.
.La conclusión es que esto no va más. Solo los trabajadores podemos dar una solida, somos los únicos que tenemos intereses colectivos, no en aras de la ganancia individual, o sea no nos podemos salvar solos.

“Me di cuenta de que hay que pelear por lo que nos corresponde”
Silvia Agüero (Comisión de Mujeres de la ex Papelera Ansabo - esposa de un trabajador despedido)
Ansabo es una fábrica de más de 60 años, que se dedicaba a la producción de bobinas de papel para hacer corrugado, pero la dueña en julio de 2019 decide cerrar . La lucha intensa se dio el primer año, y desde que se tomó la fábrica se mantienen los trabajadores adentro produciendo las bobinas de papel y haciendo guardia las 24 horas.
Se formó una cooperativa, y en ese momento hubo mucha solidaridad de fábricas que estaban en lucha que integraron la coordinadora de trabajadores de zona sur. Fue un triunfo, pero todo esto todavía no terminó, la causa aún está abierta y continuamos peleando por la expropiación.

Nunca habíamos tenido ninguna lucha. Fue una experiencia y un aprendizaje impresionante, no tiene palabras. Yo me dedicaba a mi casa y de golpe y porrazo los despidos, mi marido en la calle, y entonces empecé primero acompañando y después había que estar, sentí que había que organizarse hombres y mujeres juntos, y seguir la lucha a la par.
