Una jornada marcada por la lucha de las obreras con distintas versiones sobre su origen
por Marta Gordillo

A un mes exacto del asesinato de Úrsula Bahillo a manos de su ex pareja, las mujeres vuelven a ocupar las calles con marcha y paros en este 8M Día Internacional de las Mujeres para reclamar “Basta de Femicidios”, “NiUnaMenos”, por una reforma judicial con perspectiva de género, y que se implementen políticas públicas para poner fin a las violencias de género.

En este 8 de marzo, tras un año de pandemia, se produjeron desde comienzos de año un femicidio cada 29 horas, son 54 asesinatos de mujeres, travestis y trans y lesbianas, una realidad que habla de un incremento de las prácticas violentas del machismo, en tanto la Justicia patriarcal y primitiva abandona y condena a las mujeres, y se siguen incumpliendo leyes y normas que fueron conquistadas por la lucha feminista en las últimas décadas.
Además de las 54 muertes, hubo 10 muertes violentas de mujeres que están en proceso de investigación, esperando autopsia y peritajes, y 71 intentos de femicidio, según el Observatorio Nacional MuMaLa “Mujeres, Disidencias, Derechos” .
Este 8M es diferente: se conquistó el aborto legal, uno de los reclamos fundamentales de los últimos años que antes compartía la escena central con la problemática de los femicidios, porque ambos implican muerte para las mujeres.
Es la primera conmemoración de esta fecha con aborto legal, derecho que es necesario seguir peleando para garantizar su efectiva y real aplicación.
Son las mismas voces de las organizaciones feministas, de derechos humanos, de la izquierda, los movimientos sociales, barriales, sindicatos, que se alzan más fuerte y se hacen más urgentes en la medida que se profundiza la impunidad de los violentos al amparo de la justicia.
En este marco, la agrupación Familiares Atravesados por el Femicidio, sintetiza muchos de los reclamos que vienen detrás del grito “Basta” a esta barbarie, “Paren de matarnos”.

“Basta de medidas cautelares que no sirven; basta de jueces y fiscales sin visión de género que miran para otro lado; basta de apañar policías violentos; basta de comisarías que no funcionan o que no te quieren tomar las denuncias; basta de privilegios para machitos violentos; basta de privilegios en los penales para femicidas; basta de palabras bonitas y de planes del Ministerio de la Mujer que no funcionan; basta de tanta burocracia para los trámites de la Ley Brisa”, reclaman los familiares y concluyen afirmando que “los femicidios son una cuestión de Estado”.
La pandemia desnudó aún más esta realidad porque los violentos, machistas, femicidas y quienes los apañaron, encontraron en las condiciones impuestas por la situación sanitaria una mayor impunidad.
En el origen de la conmemoración está el camino de lucha del feminismo
Si bien hay distintas interpretaciones sobre el origen del Día Internacional de las Mujeres, en todos los casos la conmemoración tiene que ver con la protesta de las mujeres contra la explotación que sufrían, quienes debieron combatir contra férreas barreras capitalistas y patriarcales que buscaron y buscan subsumir a las mujeres en la doble opresión.
Una de las versiones plantea un origen que incluso puede considerarse un femicidio en masa, y que habla de un hecho que sucedió el 8 de marzo de 1908, durante una huelga en una fábrica en Nueva York en que las obreras pedían reducción de jornada laboral a 10 horas, igualdad de salarios con los hombres, derecho a la lactancia, y mejores condiciones de trabajo.

Este relato cuenta que fueron 129 mujeres las que estaban adentro de las instalaciones cuando la empresa cerró las puertas para que no salgan y así impedir que se sumen a la huelga. Murieron quemadas en un incendio que se le atribuyó a los dueños de la fábrica como respuesta a la medida de fuerza de las trabajadoras.
“Hay variaciones que cambian algunos datos. Algunos relevantes, como el año. Hay notas que mencionan 1908, otras 1910. Algunas narrativas dan cuenta de que el hecho se dio en Detroit, otros en Nueva Jersey”, afirma la historiadora Dafne Melo en “La disputa por el 8 de marzo”.
“Otra versión -añade- cita una manifestación del 8 de marzo de 1857, en Nueva York, también realizada por trabajadoras textiles, y en cuya fuerte represión algunas mujeres habrían sido muertas pisoteadas durante el intento de fuga”.
También hay referencias a la huelga que realizaron en marzo de 1867 trabajadoras planchadoras en la ciudad de Troy, en el estado norteamericano de Michigan que se extendió tres meses en reclamo de aumento salarial.
Melo cuenta que a partir de la década del 70, algunas feministas empezaron a investigar la historia de esta fecha, y dice que la norteamericana Mari Jo Buhle “publicó un libro sobre la lucha de las socialistas estadounidenses entre 1870 y 1920. En la obra, afirma que sí hubo tal incendio, pero el 25 de marzo de 1911”, que fue en Nueva York y que en la tragedia murieron 146 personas, la mayoría mujeres.
“Sobre ese hecho hay diversos registros”, añade y agrega que “la lucha de los trabajadores y trabajadoras consiguió mayor apoyo, y diversas leyes y normas de seguridad fueron aprobadas a partir de esa tragedia. Los dueños de la Triangle Shirtwaist Company fueron a juicio y terminaron condenados por homicidio no premeditado”.
La historiadora se pregunta entonces por qué la referencia a la fecha del 8 de marzo, y dice que “la respuesta viene del otro lado del mundo, en la Rusia del año de 1917”.
Alexandra Kollontai, una activa política rusa de la época, hace referencia, según Melo, a que el 8 de marzo de 1917, 23 de febrero en el antiguo calendario, las trabajadoras “salieron bravamente a las calles de Petrogrado (San Petersburgo). Reivindicaban ‘pan para nuestros hijos’ y ‘retorno de nuestros maridos de las tricheras’”.

“El Día de las Mujeres Trabajadoras de 1917 se volvió memorable en la Historia. Ese día las mujeres rusas levantaron la antorcha de la revolución proletaria e incendiaron todo el mundo. La revolución de febrero se inició ese día”, continúa.
Melo destaca que “el hecho también es mencionado por León Trotsky en la obra Historia de la revolución rusa”, cuando señala que ‘“en la víspera, nadie podría suponer que el Día de la Mujer pudiera inaugurar la revolución’, escribió. En menos de un mes, renunciaba el zar ruso”.
Mientras tanto, en 1910 en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que se realizó en la ciudad danesa de Copenhage mujeres de 17 países proclamaron el Día de la Mujer, de carácter internacional como homenaje al movimiento en favor de los derechos de la mujer y para ayudar a conseguir el sufragio femenino universal, pero no se fijó fecha.

Una de las impulsoras fue la alemana Clara Zetkin. En marzo de 1911 se celebró por primera vez el Día de la Mujer Trabajadora en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, y se exigió el derecho al voto, a ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo y a la formación profesional para las mujeres, pero no se celebró el 8 sino el 19 de marzo.
Y recién después de la Segunda Guerra Mundial se sumaron muchos países a la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres. Tres décadas después, en 1975 la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.

Finalmente Melo expresa que “algunos estudiosos afirman que, sobre todo a partir de la década del ’50, durante la Guerra Fría, esa versión ( del incendio en la fábrica textil) fue reforzada por los académicos y medios de comunicación americanos, con el objetivo de borrar el origen comunista y de lucha de la fecha”, y añade que
“también el estalinismo, después de la década de 1930, buscó vaciar de las conmemoraciones su sentido político”.
En esta interpretación, la historiadora rescata que “las mujeres no fuimos víctimas, sino sujetos políticos activos”.