Se espera en los próximos días que Pedro Castillo asuma la presidencia de Perú. Mientras triunfa la izquierda, acecha la derecha.

por Jorge Pailhé
El tiempo parece acabarse en la paciencia del pueblo y la dirigencia peruanas a más de tres semanas de concluida la segunda vuelta electoral en la que Pedro Castillo, un docente y sindicalista de izquierda llegado del interior profundo, le ganó por apenas 30 décimas a la derechista Keiko Fujimori, que insiste en denunciar un fraude que ni siquiera la Organización de Estados Americanos (OEA) fue capaz de convalidar.
En las últimas horas hubo algunas novedades que permiten abrigar la esperanza de que más temprano que tarde Perú normalizará su situación y proclamará su nuevo gobierno, en medio de un clima político afortunadamente calmo, aunque tenso.
El talentoso Osvaldo Soriano escribió un cuento llamado “El penal más largo del mundo” en el que pintó, como sólo él podía hacerlo, el colorido panorama de los equipos de fútbol que defienden pueblos y cuyos jugadores se juegan la vida en cada pelota, no por el dinero sino por la gloria y también la vergüenza. Un penal que tardó una semana en poder concretarse con el puntapié desde los 12 pasos.
Ni siquiera una pluma prodigiosa como la del “Gordo” hubiera sido capaz de tramar un “escrutinio más largo del mundo” como el de Perú, un país que llega al recambio institucional con un presidente interino de cuarta generación, luego de las sucesivas renuncias de los anteriores empezando por Pedro Pablo Kuczinski, quien también le ganó por pocas décimas a Keiko en 2016.

El 6 de junio fue el balotaje en Perú. Es verdad, fue muy parejo. Es verdad, los votos de ciudadanas y ciudadanos en el exterior (mayoritarios para Fujimori) tardaron en cargarse. Es verdad, los votos del Perú profundo (masivamente a favor de Castillo) también supusieron alguna demora, por los envíos desde lugares remotos. Pero... ¡pasaron 25 días y aún no hay ganador/a!
Cuando el conteo fue quedando firme a favor de Castillo -aunque por muy poco margen, unos 40.000 votos en 17 millones- la derecha empezó a revolear denuncias de fraude que no tuvieron eco en ninguna de las cinco misiones internacionales (incluida la OEA).
El último -al menos hasta ahora- grosero intento del establishment por trabar la situación lo protagonizó un integrante del Jurado Nacional Electoral (JNE), el organismo encargado de revisar las impugnaciones.
Este señor, Luis Arce Córdova, quien como sus otros tres compañeros tenía prohibido renunciar a la tarea hasta tanto se defina el ganador o la ganadora, encontró el subterfugio de “declinar” al cargo, lo que podría haber puesto en un limbo la situación del ente. Sin embargo, el JNE nombró rápidamente un reemplazante, en inequívoca señal de que los tiempos se están acabando.
Ese fue claramente el sentido de un editorial publicado el domingo último por el influyente diario El Comercio, que en forma directa reclamó que se complete la revisión del escrutinio y se proclame con prontitud al nuevo presidente de la República.
Con el título "Ya estuvo bueno" y la bajada "No se puede seguir postergando la proclamación del nuevo jefe del Estado", el diario calificó la maniobra de Arce Córdova como "una muestra de los intentos claros que ha habido para dilatar el proceso". Otra señal de la derecha para decir que ya no hay margen para más dilaciones.
En paralelo, Castillo, que ya fue reconocido oficialmente por los gobiernos de la Argentina y Bolivia, además de calificados dirigentes de la región como Lula o Evo Morales, lanzó una señal de tranquilidad a los mercados y a la sociedad pidiendo públicamente la continuidad en el cargo del presidente del Banco Central, Julio Velarde.

“No somos comunistas, somos democráticos, respetamos la gobernabilidad, la institucionalidad peruana. Somos respetuosos de esta Constitución y, en ese contexto, pido al doctor Julio Velarde que su trabajo sea permanente en el Banco Central de Reserva. Es necesario no solo para tranquilidad económica, sino para abrir las puertas a las grandes inversiones que tienen que darse democráticamente, con reglas claras”, señaló Castillo ante una plaza colmada de manifestantes.
Velarde preside el Banco Central desde octubre de 2006, cuando fue nombrado en el cargo por Alan García, y es considerado el artífice de la política de equilibrio de la economía peruana.
Como si faltara algo, o alguien, se coló por la ventana en este sainete el inefable Vladimiro Montesinos, tenebrosa ex mano derecha de Alberto Fujimori en la década del 90 y, como el padre de Keiko, preso por violaciones de derechos humanos y corrupción.
Montesinos hizo desde la prisión 17 llamados telefónicos a un contacto de Fuerza Republicana, el partido de Keiko, para confirmarle que había 3 millones de dólares disponibles para sobornar a tres de los cuatro magistrados del JNE para que volcaran el conteo a favor de la candidata de la derecha. En los audios que trascendieron, el “monje negro” fujimorista insta a su interlocutor a “echar gasolina” a los jueces.
Obviamente, cuando se conoció el escándalo, que provocó los despidos de cuatro autoridades penitenciarias, Keiko le restó importancia y dijo que son cosas que se usan para “distraer”. Sí, eso es lo que dijo. Es TODO lo que dijo…
La última estocada que sufrió la estrategia de la derecha para confundir y lograr una victoria pírrica en las elecciones peruanas fue el resultado de una encuestra de opinión hecha nada menos que por la consultora Ipsos para El Comercio, que indicó que la manera de manejarse de Castillo post balotaje recibió 48% de aprobación, contra 30% de Fujimori.
Visto de otra manera, 65% rechaza la actitud de Keiko, mientras 47% desaprueba la de Castillo, de acuerdo con ese trabajo.
Con este panorama, no habría que sorprenderse si en unos días sale finalmente la proclamación de Castillo como presidente electo de Perú. Pero bueno, si de América latina y de la derecha hablamos, siempre hay que dejar un margen para el “puede fallar”.
