
Vista del eclipse total de sol registrada en Paraje Lapachito por las cámaras de ONERA, la agencia aeroespacial francesa, en 1966
por Alicia Alvado
De todos los eclipses de sol que fueron visibles en su totalidad en alguna región del territorio argentino, el más recordado es el que se produjo el 12 de noviembre de 1966, que no sólo coincidió con uno de los primeros viajes espaciales tripulados sino también con el despegue de dos cohetes franceses de investigación en el Chaco que aún hoy son los más grandes jamás lanzados de territorio argentino.
Era una época en que las miradas estaban puestas en el cosmos dada la carrera espacial iniciada nueve años antes con la puesta en órbita del satélite ruso Sputnik y faltando tres años para que el hombre llegara a la luna.
“El eclipse total de sol a producirse hoy trae aparejadas una serie de importantes experiencias científicas a cargo de científicos argentinos y de varios países amigos. Desde Lapachito (Chaco) y Tartagal (Salta), serán lanzados varios cohetes Titus y Orión para el estudio de las influencias del fenómeno en la atmósfera”, decía en su tapa un matutino porteño el 12 de noviembre de 1966.
Los franceses Titus eran cohetes de tres etapas, con 80 centímetros de diámetro por 13 metros de largo y un peso de 3.500 kilos cuyo lanzamiento se hizo en el marco de un convenio entre el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) de Francia con la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) de Argentina.
En cambio, los tres cohetes Orion II lanzados en Tartagal eran artefactos de fabricación nacional de una sola etapa y 3.77 metros de largo por 20 centímetros de diámetro que tenían por objetivo “estudiar el flujo de neutrones”.
Un día antes, el 11 de noviembre de 1966 había despegado de Cabo Cañaveral el “Gemini 12”, el décimo octavo vuelo espacial estadounidense tripulado y el vigésimo sexto vuelo espacial de todos los tiempos, cuya cápsula regresó con éxito a la tierra tres días después.
“Ocho miembros de ‘Amigos de la Astronomía’ nos preparamos no sólo para ver, sino también para registrar imágenes y medir las variación del brillo solar y las variables meteorológicas. En la escuela secundaria me dieron permiso para faltar e ir al evento (en Resistencia) a condición de contar qué había visto, a la vuelta”, contó el astrónomo y ex decano de la Facultad de Astronomía y Geofísica de la UNLP., Juan Carlos Muzzi, en la publicación “1966: Un eclipse para recordar” del Planetario Galileo Galilei.
El adolescente participó en el paraje Lapachito –a 50 kilómetros de Resistencia- del lanzamiento de los cohetes Titus.
“Mientras terminábamos de instalar los aparatos, la oscuridad crecía lentamente y era posible advertir cierto revuelo de los pájaros”, contó.
“Un chispazo brillante indicó la suelta de las amarras del primer Titus, a unos 500 metros, que subió en forma majestuosa. Allí conocimos el significado de la palabra ‘tronar’….y no solo a través de los oídos sino con nuestros estómagos. Pocos segundos después, partía el segundo cohete”, agregó.
En sus ojivas, los Titus “transportaban cámaras de rayos X con la idea de tomar imágenes de la corona solar en la fase total” tras alcanzar los 260 kilómetros de altura que “fueron recuperadas, una de ellas, unos veinte días después”.
“Para completar el escenario, la Gemini XII y un vehículo Agena, lanzado para practicar maniobras de acoplamiento espacial, pasaron justo sobre nuestras cabezas y separados por un par de grados en el cielo. No podíamos imaginar que Buzz Aldrin (Apolo 11) viajaba en esa Gemini, acompañado por James Lovell (Apolo 8, Apolo 13), quienes viajarían a la Luna en su momento”, contó.
El lanzamiento de los cohetes Titus fabricados por el laboratorio aeroespacial ONERA, fueron el eje de al menos dos documentales: el francés “Encuentro con las sombras” producido por la propia agencia (1966) y el argentino “Remigio y los cohetes” (2011) de la productora audiovisual Kodras y bajo la dirección de Marcel Czombos.
Su objetivo era “recopilar información sobre la emisión de rayos ultravioleta procedentes de los bordes del disco solar que no llegan al suelo terrestre, por lo que el uso de los medios (de observación) en el suelo no es suficiente”, explica el documental francés.
“Yo en esa época era un pibe y a mí me pasaban a buscar todos los días en un colectivo de la Fuerza Aérea o en uno de 4RL, y me llevaban allá (Paraje Lapachito) para que haga las traducciones (del francés al castellano y viceversa)”, contó el director del Centro INTI Chaco, Remigio Colombet en el documental argentino.
Con tan sólo 16 años, este hijo del cónsul honorario de Francia en Chaco fue contratado para facilitar la comunicación entre ambas delegaciones científicas.
En declaraciones a la prensa local, este ingeniero recordó que “la misión fue un éxito total” porque “los cohetes salieron con 30 segundos de diferencia” sin inconvenientes y “los datos relevados en esa ocasión son utilizados hasta el día de hoy en la alta tecnología”.
“Actualmente, los resultados de esos estudios son usados como métodos para saber el comportamiento solar con anticipación”, agregó.
Por su parte el director del Programa de Divulgación Científica y Cultural de la Facultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación en (FAMAF) de la Universidad Nacional de Córdoba, Guillermo Goldes, recordó que “en ese momento Francia ocupaba el tercer lugar en la carrera espacial”.
“En esa época estábamos bárbaro (en materia aeroespacial), pisando los talones a los cuatro o cinco países que iban a la cabeza, que era la URSS, EEUU, Francia, Inglaterra y China”, dijo en “Remigio y los cohetes”.
“Estábamos tan bien que en el año 1969 Argentina lanzó seres vivos al espacio y los recuperó. Lanzó ratones y un mono caí llamado Juan, como parte del Proyecto Cóndor”, agregó.
En 2012 y con motivo de un acto por el 46º aniversario del histórico lanzamiento, el gobernador chaqueño aseguró que se trató de “un acontecimiento inédito, que potenció la cooperación mundial para obtener mayor información y mejorar así la calidad de vida de la humanidad”.

Los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires observan el eclipse de sol del 12 de noviembre de 1966. Foto del Archivo General de la Nación

El segundo de los cohetes Titus, al momento de ser lanzado en Paraje Lapachito, a 50 kilómetros de la capital chaqueña (Fotograma del documental “Encuentro con las sombras” de 1966)

Uno de los operadores de los cohetes Titus por parte de ONERA (Fotograma del documental “Remigio y los cohetes”)

Los dos cohetes Titus, antes de ser lanzados al espacio (Fotograma del documental “Remigio y los cohetes”)

El equipo de la misión franco-argentina de lanzamiento de cohetes Titus durante el eclipse total de sol, para estudiarlo más de cerca mientras se produce (Fotograma del documental “Remigio y los cohetes”)