Entrevista con Beatriz Slutzky, argentina que estuvo a cargo de los laboratorios de control farmacéuticos en Cuba, en tiempos de la Revolución

por Marta Gordillo y Judit Baglietto
Entre muchas mujeres y hombres latinoamericanos y de todos los continentes que fueron a Cuba a sumarse en los primeros tiempos de la revolución a las actividades que fueran necesarias, estaba Beatriz Slutzky, una argentina de 22 años que con su pareja, un demócrata progresista y médico con quien se acababa de casar, le escribieron una carta al Che Guevara ofreciendo su colaboración en el campo de la medicina social.
“Nosotros nos íbamos a ir graduados a China, era una experiencia fuerte y de pronto la revolución cubana; estaba sucediendo en Latinoamérica, y nos tenía locos, locos de emoción por todo lo que pasaba, desde el Moncada hasta el triunfo, y decidimos ofrecer nuestra cooperación al Che, y le escribimos una carta”, contó Beatriz durante una entrevista con Vertientes del sur en Buenos Aires, a pocos días del 1 de enero en que se cumplen 62 años de la revolución.
Le escribieron y le mandaron la carta por correo, en los tiempos en que las cartas iban y venían desde y hacia todos los lugares del mundo como el modo de comunicarse a la distancia.

“Y el Che contestó; le habíamos planteado trabajar en medicina social y entonces nos ofreció un puesto decoroso, con una remuneración decorosa, así lo dijo, con esas palabras,”, contó Beatriz tras precisar que la carta está en el Museo del Che en La Habana. “Vale destacar que el Che no nos conocía antes de esta carta”, añadió.
“Con una promesa de ese tipo, que era inimaginable, porque nosotros por correo y él por correo, preparamos todo y nos fuimos”. Corría el año 1960 y estaba todo por hacer.
En ese entonces Beatriz ya era farmacéutica, graduada en la Universidad de Buenos Aires; más tarde hizo un máster en Tecnología de Alimentos en la Academia de Ciencias de Cuba, en donde se recibió de doctora en Ciencias Agrícolas, y trabajó en una de las áreas clave, los laboratorios de control de calidad de los productos farmacéuticos.
Tras el desmoronamiento no solo del régimen dictatorial de Batista sino del sistema capitalista, comenzaba a construirse una nueva sociedad. Se abría la expectativa de vivir de otra manera, con otros valores, y aunque la revolución no se definió de entrada como socialista, las medidas que se fueron adoptando y las propias necesidades de no perder las conquistas confluyeron hacia una transformación de los modos de producción.
“Nos fuimos al servicio médico rural, orientados por el Che, al hospitalito, donde había sido durante la guerra la comandancia del Ejército Rebelde, donde vivimos una experiencia impresionante, ahí mi vida se transformó”, expresó tras aclarar que ella estaba en “los primeros meses de embarazo.”
“¡Era tanta la fuerza que te daba la revolución! Escuchábamos a Fidel por una radio pequeña, esas de batería, a altas horas de la noche a la luz de las estrellas, era algo hermosísimo, no por el escenario, sino por lo que nos producían sus palabras, nos sentíamos ahí en el ombligo del mundo como dijo el Che alguna vez. Bueno, ese trabajo en la Sierra Maestra me modificó mi forma de ser y de vivir, ahí me di cuenta por qué se necesitaba una revolución”.
Beatriz contó que cuando llegaron a la Sierra “había alzados, los alzados eran los mercenarios que todavía estaban peleando contra la revolución en las sierras. Dormíamos en un galpón, yo vestida de oscuro para escapar por la montaña si venían los mercenarios. Pero nada de eso te daba miedo”, enfatizó.
Eran también los tiempos de la lucha contra el analfabetismo, había un millón de personas en la isla que no habían tenido acceso ni al primer escalón de la educación, y “Cuba se preparó, estábamos en ese momento en la Sierra, al pie de Pico Turquino, que es el pico más alto de Cuba, y ahí estaban los estudiantes, los maestros que tenían que aprender a permanecer en la sierra porque el próximo año irían a vivir con los campesinos para enseñarles a leer y escribir”, contó.
Recordó que el Che, al ser Ministro de Industria tenía una vinculación directa con las empresas “y una de las cosas que planteó al principio fue la creación de una fábrica de lápices en apoyo a la lucha contra el analfabetismo ¿Se imaginan una alfabetización sin lápices?”.

En 1961 fue una de las primeras metas cumplidas de la Revolución. Cuba se transformaba en el primer país de América libre de analfabetismo.
Avanzaron las medidas “y era una alegría intensa que nos agarraba saber que se estaba haciendo la reforma urbana, la reforma agraria, que se nacionalizaban las empresas norteamericanas”.
Pero a cada medida en la que se profundizaba la Revolución, venía el contraataque de los norteamericanos, ante la nacionalización de los bancos, la respuesta fue anular las importaciones del azúcar cubano; en enero de 1961 Estados Unidos rompe relaciones con Cuba, en abril se produce la invasión de mercenarios y norteamericanos a Playa Girón Y Cuba se declara socialista. En 1962 Cuba es expulsada de la OEA; en octubre se produce la Guerra de los Misiles, donde los soviéticos y los norteamericanos pactan entre ellos retirar los misiles de la isla sin haber consultado con la propia Cuba, luego el primer bloqueo, y poco después otro bloqueo más contundente.
En el largo relato de Beatriz, se suceden fechas y acontecimientos: “estábamos en La Habana cuando fue la invasión a Playa Girón”, era abril de 1961, operativo orquestado por Dwight Eisenhower y llevado a cabo por John F. Kennedy.
“Primero -recordó- la aviación norteamericana pintó sus aviones con la bandera cubana, y

destrozaron la pequeña fuerza aérea que Cuba tenía en sus aeropuertos. Fidel estaba montado en los tanques en primera fila con los comandantes en distintas partes. A las 72 horas se rindieron. Cuba sabía por donde supuestamente iban a atacar y lo sabía por Rodolfo Walsh, periodista argentino que era criptógrafo (traductor de mensajes con claves secretas), y por Jorge Masetti, que estaban en la agencia de noticias Prensa Latina, quienes lograron decodificar mensajes norteamericanos”.
”Cuba descubre que van a venir a esa zona y se prepara. Imagínate, fue algo extraordinario, fue la primera derrota del imperialismo en América Latina, y vos estás ahí, viendo y decís ¿cómo puede ser?”
En ese momento Beatriz cursaba el octavo mes de embarazo y acababan de llegar de la sierra, agotados, y entonces fueron a un hotel “con aire acondicionado, si, con aire acondicionado en esos tiempos, porque eran hoteles americanos, el Sevilla mismo”, dijo .
Los obreros habían tomado también los hoteles cuando se fueron sus dueños. “Los primeros que se van son los ricos pensando que en un par de meses volverían. Encerraron todas sus joyas en las paredes de sus casas, pero después los becados de la revolución que venían de Oriente (la otra parte de la isla) a estas casas encontraron en las paredes millones de cosas”, recordó.
“Antes de Girón, Fidel dijo que la revolución no era ni roja ni amarilla, era verde oliva; muy bien! Resulta que la aviación norteamericana había asesinado a la gente que estaba en los aeropuertos. Entonces fuimos a enterrar a esos muertos, los fuimos a enterrar con Fidel diciendo: ‘no vamos a morir ahora por la revolución, lo vamos a hacer por la revolución socialista”.
“Yo estaba en esa plaza, frente al cementerio, no podía creerlo, el primer país socialista de América, el único. Todavía no había ayuda de nadie, era una isla con su gente”, dijo tras aclarar que “bueno sí, estábamos los argentinos, chilenos, mexicanos, peruanos, españoles, guatemaltecos, costarricenses, salvadoreños y de muchos otros países”.
En la Habana y después del triunfo espectacular en Girón, Beatriz y su pareja Leonardo Werthein hablaron con el Che .“El mismo Che -contó- llamó y habló con el director de la empresa que era la unificación de todos los laboratorios que habían abandonado sus dueños y se habían ido a Estados Unidos pensando que en unos meses volverían porque creían que la revolución sería derrocada. Mientras, dejaban al país saboteando la producción farmacéutica de esos laboratorios”.
Relató que ella descubrió un sabotaje en la fabricación de medicamentos “inodoros llenos de ampollas de vitamina B12, y mientras tanto no llegaba ninguna materia prima, había que usar las materias primas que había ahí, pero podían estar contaminadas, saboteadas, había que analizar todos los lotes”.
Después vino la Guerra de los Misiles y las dificultades se sucedían una tras otra, pero la revolución crecía, y debió seguir enfrentando contraofensivas, el bloqueo, que “fue brutal; el bloqueo no es teórico, el bloqueo es concreto, que no podían llegar barcos de otros países, y ahí aprendí a usar los recursos que teníamos”.
En otro pasaje de la entrevista Beatriz recordó el 25 de mayo de 1961 que en un momento “el Che hizo un asado para todos los argentinos que estábamos allí y dijo: ‘que el próximo año no nos encuentre bajo este cielo generoso, sino bajo otros cielos, otras consignas y otras banderas’.
La idea del Che era construir el socialismo en toda la región, en el mundo, y así lo expresó en la Tricontinental “crear dos, tres, muchos Vietnam”, al tiempo que expresaba su profundo antiimperialismo.
-¿Y la muerte del Che cómo se vivió?
“Fue algo terrible de verdad, estuvimos en la plaza de la Revolución con una multitud. La Habana tiene dos millones, un millón estaba en esa plaza, en silencio y llorando ¡fue un golpe tan duro!”.
Recordó que habló con el Che muchas veces, “imaginate que de él dependía un tema vital en la revolución, que eran los medicamentos. El Che decía que una madre aunque fuera revolucionaria si no hay medicamentos se va del lugar; no me lo puedo olvidar”.
“El Che -continuó- era un hombre profundo, crítico, crítico de lo mal hecho, escribía de economía, discutía de economía, fue ejemplo en todo. Si yo hubiera trabajado en un hospital a lo mejor ni lo veía al Che”.
Beatriz estaba además en los Comités de Defensa de la Revolución “que lo formaban los vecinos para cuidar el barrio, estar atentos, era una vigilancia total, además estaban las milicias. Todos éramos milicianos”, afirmó esta mujer que fue a dar todo por la revolución y terminó quedándose 27 años en la isla.
¿Ai 62 años del triunfo de la Revolución qué pensás?
“¡¡¡Qué es lo mejor que le pasó al mundo, sí, al mundo, éramos el ombligo del mundo dijo el Che, y demostramos que se podía hacer, que fue posible!!! lo que pasa que las condiciones tienen que darse también”.
“Con la revolución se quitó el hambre en Cuba!! No hubo variedad quizás, hubo momentos de bajas calorías y sin embargo los chicos tenían las calorías necesarias comiendo en el círculo infantil, que eran los jardines infantiles, en las escuelas. Nunca, nunca se acostaban sin comer!!! La mortalidad infantil llegó a ser una de las más bajas de América Latina.
En 1984 fue a Nicaragua, donde 5 años atrás había triunfado la revolución popular contra la dictadura somocista, y allí volvió a enfrentarse con situaciones difíciles, a estar expuesta a los ataques de los “contras”.
Pero ella se sentía “con la fe empecina, como dice el tango, estaba tan contenta, sentía que sabía hacer lo que se necesitaba y fui para control de calidad de productos farmacéuticos de la única empresa nacionalizada después del triunfo, que era del sobrino de Somoza que se había ido y la había abandonado.
¿Por qué te volviste?
“Porque yo nunca me fui, mi idea no era quedarme para siempre, y siempre me sentí
argentina, latinoamericana, además quería de alguna forma unirme a lo que estaba
pasando en Argentina”.
Beatriz se entusiasma y entusiasma con su relato, se conmueve, es firme, segura y humilde, y repite que aquellos tiempos fueron “los mejores años de mi vida”.
Cuando finalizamos la entrevista, casi a punto de partir, nos retiene.
“Ya se van, yo quería antes mostrarles un libro que el Che tenía en su mesita de noche, es un libro de León Felipe, “El Ciervo”, que posteriormente se editó con la carta que el Che le escribe al poeta”, a quien había conocido en México, antes de emprender el viaje de la revolución.
En esa carta, fechada el 21 de agosto de 1964 “Año de la Economía” el Che le agredece el libro que le envió el poeta y le dice que recurrió a él, con palabras de su libro, en un acto frente a una multitud en un homenaje a los obreros vanguardias de la producción, en el que el Che, que comprobaba la alegría de esos trabajadores galardonados, lo contrastaba con el poema “la rosa de harina” de León Felipe en sus versos: “quiero decir que nadie sabe cavar al ritmo del sol y que nadie ha cortado todavía con amor y con gracia”.
La carta del Che
El 17 de marzo de 1960 Ernesto Che Guevara responde a la carta que le envían los argentinos Beatriz Slutzky y Leonardo Werthein para ir a colaborar con la Revolución
“He recibido su carta del 16 del pasado mes de febrero, reiterándome su ofrecimiento para colaborar con nuestra revolución en el campo de la Medicina Social. Aunque no puedo, por no estar dentro de mis posibilidades, facilitarle fondos para cubrir los gastos del viaje a Cuba, si le aseguro a su llegada a ésta, una posición con remuneración decorosa. Agradeciéndole sinceramente su interés en nuestra revolución, quedo. Muy atentamente, Comandante Ernesto Che Guevara”.
(publicada en Radio Rebelde el 17 de marzo de 2018)
