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“La soberanía no se discute”


El pensamiento y legado de Augusto Sandino, que enfrentó y expulsó con su ejército popular a las fuerzas invasoras norteamericanas y denunció la complicidad de la oligarquía nicaragüense, no sólo nutrió la lucha antiimperialista en distintos países de la región a lo largo del siglo XX sino que mantiene hoy vigente su ideario a 128 años de su nacimiento, el 18 de mayo de 1895.



por Marta Gordillo


“Defender la soberanía de mi patria, aunque para ello tengamos que ofrendar nuestras vidas en aras de la libertad” porque “la soberanía de un pueblo no se discute”, sostenía Sandino tras haber formado en 1926 el Ejército Defensor de la Soberanía de Nicaragua (EDSN).


Conformó su ejército luego de abrirse de las filas liberales, a quienes llamó traidores, para combatir contra los marines que ocuparon el país durante más de 21 años en forma prácticamente ininterrumpida. Su método de lucha será la guerra de guerrillas.


En su ruptura con los liberales, Sandino tenía claro que lo que emprendía era algo diferente y así se lo dijo al representante norteamericano en Nicaragua: “No crea que esta lucha tiene como origen o base la revolución del pasado; hoy es la del pueblo nicaragüense en general, que lucha por arrojar la invasión extranjera en mi país”.


La invasión norteamericana a Nicaragua se extendió por más de 21 años

Estados Unidos había invadido Nicaragua en 1910 y se retiran enseguida luego de firmar con el liberal Juan José Estrada los famosos Pactos Dawson, con los que sellaron el dominio norteamericano y el país pasó a ser administrado por los banqueros yanquis, a través de gobiernos títeres liberales y conservadores, quienes mantenían una disputa interna permanente.


Tras esa primera invasión, vino una segunda en 1912 hasta 1925 y una tercera en 1926 hasta 1933. Eran los dueños del país.


Y tanto los liberales como los conservadores buscaban recostarse en los Estados Unidos para que apoyen a unos u otros en el gobierno, con lo cual fue un proceso de entregas, corrupción y elecciones digitadas en un país con fuertes producciones de café, altos niveles de pobreza y subsumido ante la fuerza represora de los marines y la dirección de los banqueros norteamericanos.



En ese marco, obreros, campesinos indígenas, artesanos y pequeños productores se sumaron a las filas de Sandino, quienes sufrieron los constantes bombardeos de los yankis pero obtuvieron su primer triunfo en 1927, con un impacto que resonó a nivel internacional.


Sandino difundió un texto para dejar en claro quiénes eran los enemigos, “los traidores a la patria”, todos aquellos nicaragüenses que solicitaran “apoyo oficial de los conquistadores de Nicaragua, así como del gobierno de la Casa Blanca…el que haya celebrado pactos con el enemigo…el que prestare ayuda a los invasores y traidores para asesinar a los patriotas…”. Estaba denunciando a los liberales y conservadores.



Los sandinistas avanzaron, multiplicaron sus fuerzas, lograron ocupar el 52 por ciento del territorio nicaragüense y liberar la región de Las Segovias donde en medio de la guerra lograron llevar a cabo la reforma agraria, una de las principales demandas de los campesinos.


La misma política social que había impartido Emiliano Zapata cuando realiza la reforma agraria en medio de la revolución mexicana y Fidel Castro cuando desde la Sierra Maestra organiza el Ejército Rebelde para destituir al dictador Fulgencio Batista.


Entre 1927 y 1933 es el período de enfrentamiento y ofensiva sandinista. Durante esos años hubo dos elecciones, ambas controladas por los Estados Unidos y bajo el estado de ocupación.


La tensión y la lucha del EDSN con el campesinado como fuerza motriz del movimiento y el embate en el ’30 contra la iglesia, soporte del poder dominante, y contra las haciendas y plantaciones en los siguientes dos años, creó una nueva situación.


Frente a la avanzada revolucionaria los Estados Unidos dicen en 1931 que los marines no tienen la capacidad de proteger vidas y bienes de los norteamericanos y sus empresas en Nicaragua. Por un lado la potencia del ejército de Sandino, y por el otro, la crisis financiera del Wall Street de 1929 que vivía sus ecos a comienzos de la década del ’30 en todo el mundo.



El triunfo había llegado. El 1 de enero de 1932 los marines se retiraron de Nicaragua, y en ese marco se firma el acuerdo de paz entre Sandino y el nuevo presidente liberal Juan Bautista Sacasa. Un detalle se impondría, quedaba asentada la Guardia Nacional (una especie de embajada militar de Estados Unidos) con un jefe estratégico que estaba al servicio del país del norte, Anastasio Somoza.


Sandino estaba dispuesto, una vez que los invasores norteamericanos abandonaron Nicaragua, a incorporarse a la lucha en el terreno político y abandonar las armas, pero en 1933 Somoza inicia una guerra sucia contra Sandino con matanzas y encarcelamientos. Sandino se reorganiza rápidamente y busca apoyo en Sacasa.


“El 21 de febrero de 1934 al salir del Palacio Presidencial, en la loma de Tiscapa donde había cenado con el presidente Sacasa (Sandino) es detenido por soldados de Somoza junto a sus generales… y son asesinados en un terreno descampado”, cuenta el periodista e investigador argentino Gregorio Selser, en Sandino, General de hombres libres del Centro Editor de América Latina.



Lo asesinaron y siguió la masacre en Las Segovias donde el somocismo produjo un exterminio de campesinos. Cuarenta y cinco años después, en 1979, bajo las banderas del Ejército Sandinista de Liberación Nacional una revolución popular derrotó a la oligarquía nicaragüense. Después seguirá la historia su curso con nuevas encrucijadas.


Sandino había nacido en el pueblo de Niquinohomo, su madre era campesina y su padre cafetalero. En 1921 se va a distintos países de Centroamérica trabajando como obrero en empresas extranjeras, en Honduras entra en un ingenio, en Guatemala se desempeña en los talleres de la United Fruit Company y en México trabaja de mecánico en la Huasteca Petroleum Company. En mayo de 1926 regresa a Nicaragua.


Conocía desde adentro el rostro voraz del imperialismo.


Durante ese período en México participó en huelgas y se contactó con sectores anarquistas, sindicalistas y socialistas reafirmando su sentimiento popular, revolucionario, antiimperialista y nacionalista que defendió hasta el final bajo las banderas de Patria y Libertad, dejando su impronta en la lucha por la transformación social en América Latina.



El historiador y analista político nicaragüense Aldo Díaz Lacayo sostiene que “Sandino es nuestro máximo símbolo de la Dignidad Nacional” y asegura que “es un referente de lucha revolucionaria a nivel latinoamericano y mundial”. (18 de mayo de 2021)





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