
Megaminería en San Juan. Derrame 2017 (Foto Télam)
“Si a partir de un terremoto se rompe una de las piletas con cianuro que usa la megaminería para extraer el oro, ¿se trataría de un fenómeno natural o no? ¿tendría que ser considerado accidente o mera negligencia? ¿quién se haría responsable? ¿debería sorprender dado que están ubicadas en zonas sísmicas?”, se pregunta el referente de “Asamblea Jáchal no se toca”, Domingo Jofré, a propósito del sismo de 6.4 grados en la escala de Richter que se sintió el pasado 18 de enero en San Juan y provincias vecinas.
El activista eligió este provocador planteo para llamar la atención desde sus redes sociales sobre el riesgo de “rupturas y filtraciones” que los sismos representan en relación a los piletones y valles de de lixiviación como los que la mina de Veladero tiene en el departamento sanjuanino de Iglesia, para separar el oro y plata de la roca triturada, mediante soluciones cianuradas.
“Se habla mucho del susto que nos dio el temblor, pero hay cosas que no se tienen en cuenta como el peligro que representa para una provincia sísmica que se siga acelerando con el tema de la megaminería”, dijo en diálogo con Vertientes del sur
La lixiviación es un proceso por el cual se extrae uno o varias sustancias disueltas en una materia sólida, mediante la utilización de un disolvente líquido. En el caso de la extracción de oro y plata incrustado en el mineral de baja calidad –actividad a la que se dedica la mina Veladero- la lixividación con agua cianurada es la técnica más comúnmente utilizada, aunque el proceso es muy controvertido y su uso está prohibido en varios países.
“El valle de lixividación es como una pileta, de tres kilómetros de ancho por siete de largo que ocupa el primer valle de Veladero: le hacen un nivelado a máquina a la base y la cubren con una membrana geotextil interior -la misma que se utiliza en los techos- mientras que las paredes son de material pétreo acumulado por los aludes”, expresó.
En su interior se vierten “10 millones de litros por día de un coctel de químicos mezclados con agua” para separar el oro y la plata de la roca triturada, y ese preparado se compone de “cianuro y otros químicos que no declaran porque es una fórmula tan secreta como la de Coca Cola”.
“Los que estamos kilómetros más abajo, habitantes del departamento Jáchal, nos vemos afectados porque irrigamos con el Río Jáchal, que antes también usábamos para beber pero ya no podemos por la forma en que está impactado por la contaminación y los derrames”, agregó.
De diseño a cielo abierto, la mina Veladero y su valle de lixiviación están ubicados a 350 kilómetros al noroeste de la ciudad de San Juan y a una altura de entre 4.000 y 4.850 en la Cordillera de los Andes, con reservas de oro de 11,4 millones de onzasy una vida útil estimada de 14 años.
La minera Barrick Gold empezó a explotarla en 2005 y ya se produjeron al menos tres derrames importantes de solución cianurada: en septiembre de 2015, septiembre de 2016 y marzo de 2017.
“La preocupación es doble: hay una actividad que es contaminante por naturaleza por el uso de tóxicos que impactan en glaciares, ríos y sus nacientes; y encima dentro de la estructura productiva usan un valle de livixidación que con los movimientos telúricos tiene graves riesgos de fracturarse y producir filtraciones”, dijo.
Para Jofré, la única salida es el cierre de la mina.
“Veladero tiene que cerrar porque incumple la ley de glaciares, de medio ambiente y de residuos peligrosos, y hasta el propio código de minería, que dice que luego de tres incidentes serios, la empresa debe cerrar”, enfatizó.