Con una perspectiva popular, anticolonialista, plurinacional, feminista y por la soberanía y restitución de los territorios pertenecientes a los pueblos originarios, parte de los convencionales constituyentes y del pueblo chileno, comenzó a delinear el camino de la construcción de una nueva Carta Magna que destruya definitivamente las herencias pinochetistas de las estructuras del país.

por Marta Gordillo
La Convención Constitucional chilena, que comenzó a funcionar el domingo 4 de julio con 155 convencionales, de los cuales 78 son hombres y 77 son mujeres, se extenderá hasta junio del año próximo, y deberá dictar una Constitución que dejará sin efecto aquella impuesta en 1980 durante la dictadura militar de Augusto Pinochet, un reclamo que surgió durante el Estallido Social de octubre de 2019.
El puntapié inicial fue la sesión de inicio en la que fue elegida presidenta de la Convención la lingüista mapuche Elisa Loncón, por la mayoría de los representantes, si bien las dos primeras sesiones de la Convención fueron suspendidas por “fallas técnicas”, al tiempo que distintos sectores criticaron y responsabilizaron al presiente Sebastián Piñera.
Más allá de este accidentado comienzo, “la elección de la lamgen (hermana) Elisa Loncon como primera presidenta de la Convención Constitucional es un hecho político que instala y visibiliza de inicio el debate del reconocimiento de los derechos colectivos como naciones originarias en general y como nación Mapuche en particular en tanto titulares del derecho a la autodeterminación”, precisó a Vertientes del Sur, Felipe Curivil, historiador mapuche, especialista en Educación Intercultural bilingüe y Educación Superior Intercultural.

“Solo el desarrollo y necesaria profundidad descolonizadora que tenga la Convención Constitucional indicará si la elección de una mujer mapuche como presidenta no fue solo un gesto de reconocimiento en tanto nación Mapuche preexiste al Estado colonialista chileno sino un compromiso a que la nueva constitución garantice el autogobierno en Wall Mapu como lo establece el derecho internacional”, añadió Curivil.
Los pueblos originarios tienen 17 escaños reservados en la Convención, y 7 de ellos pertenecen al pueblo mapuche, en tanto 2 son para el pueblo aimara, y uno para cada uno de los otros pueblos, quechua, colla, diaguita, atacameño, rapanui, kawésqar, chango y yagán.
El total de las representaciones se completan con los escaños de los partidos políticos de la coalición oficialista, que son 37; la lista Apruebo (Antigua Concertación y Nueva Mayoría, entre otros) tiene 25 escaños; el Pacto del Frente Amplio y Chile Digno obtuvo 28 escaños y los independientes tienen una amplia representación, en total 49 (37 de ellos pertenecen al pacto de Independientes no neutrales y Lista del Pueblo, y 12 de independientes fuera de pactos).

Integrante del Centro de Estudios e Investigaciones Comunidad de Historia Mapuche (Ngulu mapu, sur de Chile) y co-fundador del Centro Indígena de Investigaciones Taki Unquy (Abya Yala), Curivil expresó durante una entrevista con este portal, parte del pensamiento del pueblo mapuche frente a la Convención Constitucional y a los derechos colectivos por el territorio y la autodeterminación, dos ejes que apuntan a las entrañas del sistema de dominación terrateniente –colonialista y al modelo económico neoliberal.
Asimismo hizo un recorrido sobre las condiciones en que Chile llega al debate sobre la próxima Constitución.
¿Cuáles son los principales reclamos y derechos históricos que buscan introducir en la nueva Constitución?

La nueva Constitución que surja de este proceso constituyente debe transformarse en una herramienta que supere nuestra actual condición colonial de 140 años provocada por la pérdida de nuestra soberanía y autonomía territorial en tanto Wall Mapu independiente a través de un acto criminal de lesa humanidad como lo fueron las invasiones
militares chileno-argentina a nuestro territorio en la segunda mitad del siglo XIX, que redujo nuestro territorio histórico en 20 años.
Por lo tanto el horizonte político mapuche no comienza ni termina con esta Constitución sino que debe ser una herramienta que contribuya a la maduración de un horizonte de descolonización y autodeterminación en tanto pueblo que reconstituye su institucionalidad política para garantizar su supervivencia y proyección societal en el ejercicio de autogobierno del Wall Mapu (territorio histórico de ambos lados de la cordillera).
¿Qué significa el carácter plurinacional que reclaman para la nueva Constitución?
Hoy existe un consenso a partir de la mayoría de las y los constituyentes que la nueva Constitución tiene que cambiar el carácter de un Estado unitario y republicano por un Estado Plurinacional y en ese camino de reparación histórica la nueva arquitectura constitucional de principios debe garantizar las condiciones que el pueblo Mapuche se otorgue a sí mismo para definir su futuro colectivo , por eso debe ser una herramienta de descolonización y autodeterminación mapuche en la nueva relación Estado chileno – pueblo Mapuche.
Cada nación construye su propio concepción de nación y no lo que otros definan por esa nación, ese es un principio básico, en otras palabras más que la plurinacionalidad del Estado es la plurinacionalidad de los pueblos la que debe proyectarse.
La nueva constitución no puede ser una moneda de cambio para la continuidad de un neocolonialismo del Estado chileno hacia nuestra nación Mapuche.

¿Hay un acuerdo de trabajo, una línea de confluencia con los demás pueblos originarios que participan, y con otros convencionales?
Es un desafío y una necesidad que se expresen con voz propia las agendas de lucha que han ido construyendo las otras naciones milenarias hermanas preexistentes al Estado chileno. Cada nación originaria tiene su agenda y un proyecto colectivo de supervivencia desde sus sistemas de saberes y conocimientos.
Evidentemente hay puntos en los que hay coincidencia plena y desde ahí lo que se espera es el apoyo de los otros constituyentes que provienen de fuerzas democráticas , movimientos sociales y populares porque hay que destacar que un porcentaje importante de constituyentes no militan en los partidos políticos tradicionales.
Una de las cosas que expresó la rebelión popular de octubre de 2019 es el agotamiento del sistema de la partidocracia chilena y eso refleja una cuestión mucho más profunda que tiene que ver con la crisis del sistema de representación política financiada en 30 años por grupos económicos locales y transnacionales, de ahí la proclama de la protesta popular “no fueron 30 pesos, sino 30 años”.


En el proceso chileno que atraviesa el período del gobierno de Salvador Allende, de la dictadura militar, de la situación posterior que mantuvo el andamiaje pinochetista y ahora la Convención Constitucional en el marco de un gobierno de derecha ¿cómo vinculás los distintos hitos de estos 50 años de historia?
Creo que lo que ocurre con “el salto a los torniquetes” del metro de los estudiantes secundarios en Santiago (protesta de estudiantes subidos en los molinetes de los subtes) es una larga acumulación de descontentos sociales que va a estallar durante octubre de 2019 en Chile y se va a extender con una agudización de la protesta popular durante el siguiente mes de noviembre del mismo año.
Esa acumulación de luchas en los pueblos de Chile comienza el mismo 11 de septiembre de 1973 con el combate de 4 horas del presidente Salvador Allende y aquellos luchadores sociales que defendieron un proyecto de transformaciones sociales ante el ejército golpista de Chile en el palacio de La Moneda.
A partir de ahí se impone mediante la violencia y las múltiples violaciones a los DDHH en la larga dictadura cívico-militar de 17 años un modelo económico y social neoliberal que transformará a Chile en uno de los países con la mayor desigualdad en el mundo, basado en un proyecto de privatización de derechos sociales y precisamente aquello sostenido por una constitución ilegítima de 1980.

Es la que rigió a lo largo de todos estos años durante y después de la caída de Pinochet hasta la actualidad.
Exactamente con algunas pequeñas y cosmetológicas modificaciones realizadas por los gobiernos civiles de la socialdemocracia chilena que profundizará el modelo neoliberal para entregarles a los grupos económicos capitalistas las más altas garantías de saqueo de los recursos naturales, despojo de los territorios indígenas, acumulación de riquezas y privación de derechos sociales, entonces lo que ocurre en octubre de 2019 es una cristalización y un estallido de todas estas desigualdades, inequidades y exclusiones históricas.
Ahora bien en esta expresión de aquella cristalización de luchas, hay especificidades y por tanto corrientes históricas de lucha que son distintas, y en el caso nuestro como Nación Mapuche, el telón histórico de fondo explicado anteriormente difiere de aquel de los sectores populares chilenos.
También no hay que olvidar que el movimiento mapuche en tanto movimiento de pueblo no movimiento social sectorial, fue uno de los primeros movimientos que cuestionó las bases del modelo económico neoliberal chileno en los '90 con masivos procesos de recuperación territorial confrontando la ocupación e inversión capitalista forestal, hidroeléctrica y pesquera como hasta hoy.
¿Cómo es el telón de fondo de la historia del pueblo mapuche y su lucha frente al colonizador?
La sociedad mapuche en el Wall Mapu independiente sufrió una invasión, expoliación y anexión violenta de su territorio histórico en 20 años (1860 a 1880); nuestro territorio histórico de ambos lados de la Cordillera de los Andes fue reducido por la invasión militar chileno- argentina a un 5%.
En este contexto el estado a través de un colonialismo de asentamiento va a poner en movimiento sus agencias políticas, económicas, militares, policiales, eclesiástica a través de misiones, para la integración nacional, que significó un proyecto criollo monocultural.

Si bien la mayoría de los pueblos originarios de América Latina sufrieron un proceso de invasión, genocidio y colonización que comenzó a fines del siglo XV, la dominación española encontró una frontera infranqueable en las orillas del Río Bío Bío en la región centro sur de Chile debido a la fuerte resistencia Mapuche.
Es el proyecto de las élites criollas chilenas y argentinas de mediados del siglo XIX las que a través de sus ejércitos comenzarán una guerra de exterminio en la década de 1860 que durará hasta fines del siglo XIX con la pérdida de la soberanía y autonomía territorial mapuche en ambos lados de la cordillera, imponiendo una situación colonial que se extiende desde hace 140 años y continúa en la actualidad.
Curivil, precisó que hay antecedentes previos de reconocimiento del territorio mapuche por parte de Chile al sostener que "el estado chileno firmó en 1825 a través de Ramón Freire (Director Supremo) el Parlamento de Tapihue con la Nación Mapuche donde reconocía nuestra condición de soberanía y autonomía territorial política como continuidad de los 27 koyagtun (parlamentos) firmados entre 1641 y 1803 con la corona española".
"Por tanto -continuó- esta nueva constitución no será el primer instrumento que reconocerá nuestra condición de Nación desde el Estado chileno. Estamos a 4 años de conmemorar los 200 años del parlamento de Tapihue y con este proceso constituyente en marcha será una pertinente ocasión para fortalecer nuestro horizonte de descolonización y autodeterminación Mapuche".

En este marco y ante la posibilidad histórica de acabar con la persistencia de un proyecto monocultural, el historiador destacó que "este horizonte colonial de larga duración del estado chileno hacia nosotros como nación mapuche va a constituir un sustrato profundo de mentalidades y de prácticas que hasta hoy estructuran modos de convivencia entre la sociedad chilena y la sociedad mapuche a través del racismo, porque éste es constitutivo del origen del Estado chileno".
"En síntesis y ubicándonos en esta coyuntura constituyente en Chile, a lo largo de la historia los movimientos de los pueblos que abrazan la autodeterminación y la descolonización como horizonte político, han comprendido que su maduración no depende exclusivamente de la acumulación de fuerzas que puedan sostener en el tiempo sino también de la apropiación táctica que puedan realizar de determinadas coyunturas y esta es una de ellas, de ahí el desafío que tienen las y los constituyentes mapuche al interior de la Convención Constitucional desde los territorios, organizaciones e instituciones Mapuche", concluyó Curivil.
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